El Jardín de los Alvan. [Asthar]

-Si no sabe disfrutar de la vida, no me queda mas que otra que enseñarle a disfrutarlo.
Dije, cuando frunci el ceño, y le dije:
-Pero ni de chiste me unire a esos viejos de Crow, son unos molestos y pesados de primera, me desespera que me manden, y no dejare que ellos lo hagan.
Hice una pausa, pero segui energeticamente:
-Pero aun asi, que no me una no significa que no la podre proteger, al parecer, tendre que usar mis dotes de acosador profesional.
Y lance una sonrisa burlona.
-En Crow o no, la protegere, y esos viejos amargados no me detendran, tengo el poder de mis ancestros a mi favor, literalmente.
Cuando segui observando la fogata, y mi estomago empezo a gruñir, la mire y le dije:
-Oye, ya que eres una Diosa, ¿me puedes dar algo de comer o algo asi? digo, no hay que desaprovechar la oportunidad de comer con una Diosa, si si, eso.

- Crow es un buen lugar, a pesar de que sean muy estrictos. La mayoría de los humanos son ambiciosos, idiotas e hipócritas, pero no puedo negras que muchos tienen un gran corazón.

 Al escuchar la petición del muchacho, Blanche sonrió. Ella no necesitaba comer, pero podía permitirse probar alguna delicia de vez en tanto. 


- Dime, entonces, ¿Qué es lo que quieres comer?.

-Aun asi no me unire a Crow, es demasiado problema y no me gusta que me limiten ni me manden, asi que ni lo sueñes, o ni lo escribas, o no intentes cambiar el destino, yo que se.
La mire con interes, cuando solte una risa, mi debilidad son los postres, pero aun asi dije:
-Sorprendame, señorita Diosa.

 Blanche se giró y lo miró, sin sonreír, seria.


- Lo que está escrito, está escrito. Muchos creen poder cambiarlo, pero imposible es.

 Suspiró y miró al techo por unos segundos, luego a la chimenea y por último al suelo, antes de fijar su mirada otra vez en el muchacho, ahora sonriendo.


- Postres, entonces.

 Blanche pestaneo y, en un santiamen, la mesita ratona a los pies de Asthar se agrando de golpe, y estuvo llena de todos los postres que pudiese imaginar. Pasteles de chocolate y fresas, helados de todos los sabores que se le ocurrieran a cualquiera, tartas dulces de lo más deliciosas (Y costosas), y muchas cosas más, hasta un extraño pastel que parecia estar cubierto por... ¿Diamantes?.


- Sirvete lo que desees, Asthar. Eres mi invitado aunque estemos en tu casa, que es muy linda, por cierto.

-Tu mismo lo has dicho, lo que esta escrito esta escrito...
Una sonrisa paso por mi rostro claramente.
-Pero no significa que no pueda ser modificado, ¿o me equivoco? para cuando observe, habian tantos pasteles, postres, comida... tanto, que olvide como ella adivino que queria postres, pero lo que me asombro fue ese pastel de diamantes, que lo mire, y dije:
-Yo no se tu, pero eso es el postre mas extraño que e visto en mi vida, y aprecio mis dientes como para comer diamantes, aunque unos diamantes a mi bolsillo no vendrian mal.
Dije cuando ya me encontraba devorando casi todo lo que encontraba a mi paso, pasteles, tartas, crepas, de todo un poco, pero lo extraño es que por mas que comiera es como si no se llenara, y pareciera que no tuviera fondo.

 Blanche se divertía viéndolo comer. Parecía haber olvidado toda clase de modales al haberle presentado semejantes delicias. La diosa se acercó a la mesa y tomó un cannoli que parecía estar cubierto por un pan de oro... comestible. Dentro tenía un delicioso relleno a base de queso riccota batido mezclado con chocolates, limón y frutos rojos, espolvoreado con azucar. Una vez que terminó de comer su cannoli, Blanche miró a Asthar, algo apenada por lo que diría a continuación, pues era agradable pasar tiempo con el muchacho.


- Se nos termina el tiempo, Asthar. ¿Sientes que es hora de regresar?

La mire cuando tenia un rollo de canela masticandolo, cuando le dije:
¿Rregressar? me lo trague y segui ¿pero no ya estoy en mi casa? si ya estoy en mi casa, la que tiene que regresar eres tu... ¿o quieres echarme de mi casa? porque eso hasta la actualidad, ni mis padres han logrado hacerlo, y nadie lo hara.
Dije mirandola fijamente mientras me comia lo siguiente de mi rollo de canela.

 Blanche negó con la cabeza. A penas un instante fue necesario para que aquel cálido lugar desapareciera. Ambos volvieron a estar en aquel lugar donde se conocieron, donde nada existía. Nada quedaba de la casa de Asthar, ni siquiera el rollo de canela que había estado degustando. Ahora tan solo másticaba el aire.


- Nunca estuvimos en tu hogar, Asthar. Te lleve a el, claro, pero no era real, tan solo era uno de los tantos escenarios que pude recreear metiendome en tu mente. Aquella no era tu casa, sino una recreación casi real. Podría decirse que si, estábamos en tu casa, pero a la vez seguíamos en mi jardín. El jardín es lo que anticipa a cualquier lugar, incluso la casa más vieja y antigüa que imagines, o la taberna más sucia y asquerosa del mundo. 
Mi jardín es la puerta de entrada a todo, y a la vez de nada. Todo puede ser real aquí, o tal vez no, eso queda en tus manos.

 Blanche se acerco a el y acarició su rostro con suavidad. Luego tomo las manos del muchacho y las puso en forma tal de sostener algo ovalado y grande como una cabeza humana. Luego, sin soltarlo, una fuerte luz cegadora inhundo el ambiente. Asthar sintió algo pesado en sus manos, que aferro con fuerza, sin temer que era lo que le había entregado Blanche. ¿Quién podría desconfiar del regalo de una diosa como ella?. 


 Al recuperar la visión, Asthar quedó boquiabierto de observar el huevo de dragón que sostenía en sus manos. Era azul eléctrico, y tenía incrustaciones de diamantes que brillaban débilmente.


- Lo que te he dado es un huevo de Dragón de Diamante. Los dragones son criaturas independientes y orgullosas, pero si lo educas bien puede ser un gran amigo y protector. Debes dejarlo libre, el acudirá cuando hayan problemas.

-Ehhmmm, si si muy emotivo todo, pero, ¿como diablos quieres que deje libre a este dragon si ni siquiera a nacido eh? ¡no puedo dejar a un bebe dragon solo asi por asi, pobrecillo!
Dije, cuando mire al huevo de dragon, al unico dragon que conozco es al Dragon del Vacio, y no es muy amigable que se diga, pero bueno...
-Bueno, al parecer no era mi hogar, bueno, da igual, ahora... ¿tienes un manual o algo para asi saber como entrenar este dragon? digo, no estaras pensando que lo haga yo solo... un momento, no lo pensaste, ¿o si? dije cuando la mire, ¿como diablos entrenare a un dragon yo? ¿me vio cara de domador de dragones o niñero?

 A Blanche se le dibujó una sonrisa en la cara por el solo hecho de saber que Asthar no sabría que hacer con el dragón.


- Cuando el huevo eclosione sabrás que hacer... todos los humanos lo saben, está en su instinto. Cuando llegue el momento, y tu y el hayan establecido un lazo tan fuerte que se volverá irrompible, el partirá, y será tu amigo.

 Blanché soltó las manos del muchacho y dió un paso atrás. Luego, posó las manos sobre su propio vientre y otra luz cegadora. Ella habló, y Asthar todavía no había recuperado la visión.


- No podré a compañar a Mireia, pero ella si. Su nombre es Tauriel. 

 Cuando el joven recuperó la vista, Asthar pudo ver a una niña de no más de diez años de pie junto a Blanche. La niña miró al muchacho, con una sonrisa tan encantadora como la de la diosa.


- Ella es una humana, tal y como tú. Cuando regreses a tu mundo no recordará nada, ni a ti, ni a mi, ni a su origen. Llévala con Mireia, ella sabrá que hacer. Y, por sobre todas las cosas, no le comentes nada sobre nuestro encuentro, ella no sabe de mi existencia. Dile que encontraste a la niña junto con el huevo en el bosque. No borraré tu memoria, supongo que sabrás guardar un secreto.

-Esta bien entiendo entiendo, pero, ¿quien diablos es esta chiquilla? bueno, da igual, no me interesa, pero si me lo pides de esa manera que se le podra hacer, mucho gusto, enana.
Dije tranquilamente, y observe el huevo de dragon, y dije:
-¿Pero y que le dare de comer a este dragon? digo, no quiero que incendie mi casa solo porque tenga hambre, o me coma mientras este dormido, o cosas peores, ¿estas segura que no tienes un manual para entregar a un Dragon? anda que eres una Diosa y no tienes un manual...

- ¿Acaso los padres necesitan un manual cuando nacen sus hijos?. ¿Un niño recibe un manual cuando le regalan su primer mascota?. No lo necesitarás, Ashtar. ¿Qué come un dragón?. Es una pregunta fácil, y creo que sabes la respuesta. Son carnívoros, así que sabrás como alimentarlo.

 Blanche sonrió una vez más, mientras daba un pequeño empujon a la niña, que se acercó con timidez al muchacho.


- Es hora de despedirnos, Asthar. Eres un buen chico, te deseo suerte en tu vida.

-No es que lo necesiten, pero... seria muy util en realidad.
Dije tranquilamente, suspirando, cuando le dije:
-Con solo que no se coma mi comida, o me coma a mi, estare bien supongo.
Luego, con duda, la mire y le dije:
-Este... ¿y como debo despedirme de ti? ¿hasta nunca? ¿nos volveremos a ver? ¿que seas feliz en tu inmortal vida? sabes, uno no simplemente conoce a una Diosa y le regalan un Dragon y a una niña todos los dias.

- No, no todos los días sucede. Por eso, debes sentirte con suerte de poder haber venido a mi jardín, pues no muchos lo logran. Es posible que nunca nos volvamos a ver, al menos no aquí. Si necesito decirte algo, veré la forma en la que me comunicaré contigo. Mejor será, supongo, dejarlo en un "Hasta pronto".

-Oh, bueno, entonces si es un hasta pronto, pues...
Cerre los ojos.
-Hasta pronto.

- Que el invierno te tenga piedad, Ashtar Alarion.

 Cuando Ashtar abrió los ojos ya nada quedaba de aquel lugar en donde había conversado con la diosa. Tenía el huevo en una mano, y la mano de la niña tomaba la suya libre. Estaban parados frente a una pintoresca casita en las afueras de la ciudad, alejada de la plaza de ciudad de Freylea, en la que hoy, después de siete dias, había parado de nevar. Sorprendiendo a Asthar, una puerta se abrió. La mirada del muchacho se encontró con la de Mireia, que sonrió.


- Asthar, que sorpresa. Adelante, pasa, debes estar congelándote. ¿Y esa niña?.