La Leyenda del Mago Gris [Privado/Asthar]

 Hace mucho tiempo se generó un famoso rumor que decía que el día que un mago pudiese dominar tanto la magia negra como la magia blanca, obtendría la inmortalidad. El Mago Gris, como era conocido, paso de ser un rumor, y de ese rumor a una leyenda, y de esa leyenda a ser tan solo un mito. Se dice que, si alguien logra encontrar al Mago Gris, este les concederá un deseo. Es por eso que muchos se aventuran en las heladas tierras de Nártidan en busca de aquel mago, y es el caso de los jovenes Asthar Alarión y Mireia Naitel. ¿Qué buscaban ellos?. ¿Dinero, fama, gloria?. No, tan solo buscaban salud, y no para ellos. La pequeña Tauriel, hermana adoptiva de Mireia de tan solo 12 años, había contraído una extraña enfermedad, y buscar al Mago Gris era su única esperanza.




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 Asthar esperaba en la puerta de la cabaña de Mireia, mientras que ella se despedía de la niña. Tauriel tenía los ojos inhundados de lágrimas, triste por el hecho de separarse de su hermana. 


- Escucha bien, pequeña. Volveré y, cuando regrese, estarás curada. No se cuanto tiempo me lleve, pero te lo juro, te juro que encontraré la forma de curarte.

 Mireia y Tauriel se dieron un último abrazo. La abuela de Mireia, Ellizabeth, tomo a la niña por los hombros, que había comenzado a llorar. La anciana lanzó una sonrisa a la muchacha, que salió por la puerta, seguida de Asthar, que cerró. Mireia suspiró, notablemente emocionada. Miró al joven, sonriéndo.


- Bien... supongo que todo comienza aquí. Gracias por acompañarme, Asthar, Crow no permitía que nadie del gremio me acompañase y tu te ofreciste. Aprecio mucho tu gesto.

Mi rostro era neutral y parecia tranquilo, mientras observaba su despedida, y como seguiamos, la mire lentamente, y le dije:
-Por eso no quiero unirme a Crow, son tan delicados, reservados, y les encanta controlar a sus miembros, prefiero ser libre.
Hice una pausa.
-Ademas, no te puedo dejar sola ir hacia Nàrtidan, eso es casi un suicidio si no sabes bien el lugar, pero es un lugar bueno para entrenar, si resultados quieres.
Mi mirada se desvio por un momento.
-Y de todos modos para eso estan los amigos.

- Agradezco que te preocupes, pero no es algo a lo que debas dar importancia. He pasado casi la mitad de mi vida recorriendo todo Nártidan con Crow, creo que aunque no lo conozca a la perfección, se bastante como para no perderme. 

 Sonreí, levemente. Dí un par de pasos al frente, ahora seria.

- ¿Todo listo?. ¿Necesitas buscar algo más?.

Mi mirada fue seria, pero solo miraba al vacio, sin intencion de responder si o no.
Suspire y dije:
-Llevo estando listo desde hace un buen rato...

 Al escuchar sus palabras comencé a caminar. Por suerte, la nieve no molestaría por un par de días, lo que haría que el viaje sea más tranquilo, al menos al inicio.


- ¿Qué hay de Igran?. Ya está grande, debe tener más de dos metros, creo yo. Hace mucho que no lo veo.

La mire, y con una sonrisa le dije:
-Oh, es cierto, por poco me olvido de el.
Con un fuerte silbido, que parecio tener un eco poderoso, a lo lejor se podia ver algo que se movia rapidamente hacia nuestra posicion, cuando lo pude sentir, ya estaba a unos metros de nosotros, y le dije:
-Estaba descansando secretamente, pero ya que nos vamos.
Mire a Igran, y me lance a el como si fuera un pequeño perrito a hacerle caricias.
-¿¡Como a estado mi pequeño dragoncito, eh, eh!? y este reaccionaba de una manera simpatica, moviendo la cola mucho, como si fuera un perro siendo acariciado por su amo, alegre y feliz.
-Mira Igran, saluda a Mireia.
Y este solo se le quedo observando seriamente, de pies a cabeza.

- Haz crecido, Igran. Me alegro de que nos acompañes.

 Le sonreí al dragón, que al parecer no demostraba tener recuerdo alguno de mi, pues las pocas veces que lo había visto había sido muy amistoso conmigo. Me acerqué, con cautela, respetando su espacio. Acaricié su escamoso hocico, con suavidad.


- ¿No me recuerdas, Igran?

El dragon la miraba fijamente, como si estuviera extrañado, pero cuando le empezo a acariciar, este se activo, y me empezo a lamer el rostro, a pararse en dos patas jugando con ella, y dando vueltas a su alrededor.
-Simplemente estaba esperando a que hicieras eso.
Y segui mirando.

 Reí mientras jugaba un poco con Igran. Una vez que terminó me puse de pie y quité un poco de la nieve que me había quedado sobre la capa.


- Bien, no tenemos tiempo que perder. Tauriel nos espera, demos nuestro mejor esfuerzo, los tres.

-Disculpa, ¿los tre-? ah, ya entendi.
Dije cuando mire hacia adelante, le di unas palmadas a Igran, y le di un pedazo de carne en un bolsillo especial.
-Toma, es un regalo.
Mire a Mireia, y le dije:
-¿Y entonces que estamos esperando? en marcha.

 Comenzamos a caminar. Más o menos diez minutos nos llevó llegar a la otra punta de la ciudad, que era de donde debíamos partir. Miraba alternadamente a Asthar y a Igran, preocupada.


- ¿Sabes que llegará el momento que el deberá partir, verdad?

La mire seriamente, cuando di un suspiro, y le dije:
-Lamentablemente... aunque quisiera que el permaneciera conmigo siempre, pero no se podra, tiene que alzar vuelo, ver el mundo con sus propios ojos, aunque me pregunto si este pequeño tontuelo podra con eso.
Le di unas palmadas en la cabeza a Igran, cuando la mire, y le dije:
-Pero luego recuerdo que yo mismo lo e entrenado y criado muy bien, y se que es mas que listo para sobrevivir, ¿¡no Igran?!.
Grite, cuando este se paro en dos patas y lanzo un fuego por la boca, con lo cual mis ojos brillaron y dije:
-¡Ese es mi Dragon!

 Sonreí, sin dejar de caminar, tirando de las riendas de los dos caballos que habíamos recogido de camino. Me paré en seco.


- Bien... deberíamos dejar de hacer tanto alboroto. Un paso mas y estaremos dentro del desierto. He salido muchas veces, pero nunca algo ha sido tan importante para mi como esto. Las misiones de Crow no... no son lo mismo.

 Ahora seria, me subí a Edil en una agil maniobra. Era un caballo nartidano, como todos los caballos que teníamos en Freylea, de color blanco como la nieve, aunque con una notoria mancha negra que cubría uno de sus ojos. Di unas palmaditas al cuello del animal, amistosamente.


- Vamos, pequeño. Será un viaje largo.

-Tu sabes perfectamente mi opinion sobre Crow Mireia, no me agradan para nada.
Dije claramente, cuando mire hacia adelante, pase suficiente tiempo en este Desierto de Nieve para saber que no es un lugar donde los debiles puedan estar, en ese lugar no hay reglas, todo es matar, explorar, buscar provisiones, y morir.
Me subi igual a mi caballo rapidamente, mire a Igran, y le dije:
-Muy bien amigo, nos mantendremos tranquilos, ¿entendido? y este asintio con su cabeza.
Mire hacia adelante y dije:
-Tenia mucho tiempo de no venir a este desierto, me pregunto si habra cambiado algo.

- Dicen que la tundra de Nártidan nunca es igual, y cada noche cambia. Sin embargo, un verdadero nartidano podrá cruzarlo a pesar de que hayan pasado mil dias y mil noches.

 Dí un taconazo a Edil, que salio como un rayo. No tardamos en dejar atrás a Ashtar e Igran. Rara vez perdía las ganas de hablar, pero esta era una de esas veces.

-Bueno, en realidad eso es un mito, pero aqui cada dia descubres cosas que no estaban anteriormente, es extraño, pero seguro tiene explicacion.
Dije, recuerdo cuando estaba alli, aparecian a veces edificios que dias anteriores no estaban, y luego desaparecian hundidos en la nieve otra vez.
Me limite solo a seguirle el paso, y al parecer mi dragon no tiene problemas tampoco para seguirme el paso, pero la pregunta es, ¿donde estara ese tal "Mago Gris"? no creo que sea facil de encontrar, ¿como sera? ¿sera amigable? da igual.

- Hayaré al Mago Gris, aunque me cueste la vida.

 Esas eran mis palabras, pero, ¿Como encontraría al Mago Gris, que no era más que una leyenda?. Había oído muchos rumores, rumores que la gente pasaba por alto, que dejaba en la fría piel de las piedras, o en la corteza de los arboles. Tenía una inusual capacidad para recolectar información de donde nadie podría obtenerla, mi tierra me hablaba y debía aprobechar mi dón. 
 Taconeé fuerte a Edil, que respondió con un fuerte resoplo. Hacía frío, más de lo usual. 
 
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 La noche caía sobre nosotros, los pocos rayos de luz que lograban iluminar a través de las nubes habían decidido ir a descansar. Ambos estábamos cansados y, por mi parte, tenía frío. Habíamos encontrado una cueva libre que nos serviría de refugio por hoy, y había cazado un conejo crispado (Nunca supe por que lo llamaban así) que nos serviría como alimento, reservando nuestras proviciones.
 Luego de que Asthar despellejara al conejo, y mientras tanto me ocupaba de generar protecciones para cualquier tipo de enemigos (Osos, bandidos, o cualquier cosa que pudiese hacernos daño) me encargué de cocinarlo. Una vez que estuvo listo ambos nos sentamos al lado de la fogata para degustar el rico estofado que había logrado. No esperé que el diera el primer bocado, estaba demasiado hambrienta como para hacerlo.


- No te lo preguntaré, esto está demasiado bueno. No se si sea por que de verdad me ha quedado rico o por que mi estomago estaba muriendo, realmente no me importa. - Dije, entre risas. Sin embargo, poco duraron, pues mi sonrisa se apago. Sin quererlo, recordé a mi hermano - En momentos como este... extraño a Anric. El hubiese sabido que hacer desde el primer momento, posiblemente habría conseguido un refugio mejor que... esto. - Volví a sonreir, pero no era una sonrisa precisamente de felicidad, era una sonrisa melancólica. Recordaba todo lo que había pasado con mi hermano, las cosas que me había enseñado y los momentos que pase con el. Hable una vez más, mirando el humeante cuenco, sin abandonar aquella melancólica sonrisa. - A veces, es mejor no preguntar por que un ser querido nos abandona. Lo mejor es recordarlo por lo que fue.

 Una lágrima rodó por mi mejilla. No, no estaba triste, pero no había podido controlarlo. Me sequé rápidamente con la túnica, para luego sonreir a Asthar.


- Perdona, no era mi intención llorar frente a ti, es solo que... recordar buenos tiempos hace que me emocione. - Me disculpe y, sin dejar de sonreir, seguí comiendo. Desde el fondo de mi corazón sabia que, desde donde sea que estuviese, Anric estaría observandome. Encontraría al Mago Gris, salvaría a mi pequeña Tauriel, y mi hermano se enorgullecería de mi.

-No vuelvas a decir eso enfrente mio.
Le lance una mirada fria y muy seria, todo lo que menos pase es que ella se sacrifique por alguien mas, si no puede salvar a alguien sin salvarse a si mismo, entonces esta mision esta destinada a un fracaso inevitable, detesto ese pensamiento.
Es como decir claramente "no puedo salvarla, pero por eso sacrificare mi vida para que ella siga viviendo".
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El frio cada vez se hacia mas y mas intenso, aunque eso es normal, yo por suerte estaba acostumbrado ya a esa clase de frio, mi sangre hervia gracias a mi sangre, por lo que me sentia calido aun en ese gran frio, como si no me molestara.
Despues de pasar un tiempo muerto en este lugar, buscando como encontrar comida, transquile a un conejo crispado,  ella lo cocino, y despues de un tiempo, con un estofado, empeze a comer tranquilamente, tenia hambre, mientras solo la dejaba hablar mientras yo terminaba, hasta que empezo a hablar de su hermano, y mi mirada se volvio neutral, pero con un cierto toque melancolico, y pense en silencio:
-El murio porque no fue suficientemente habil para luchar en el campo de batalla, pero el tenia claro sus ideales y sabia a lo que se enfrentaria, fue un buen heroe.
Mire hacia el cielo, y regrese la mirada a Mireia, al parecer esta mision lo esta tomando como algo muy personal...
-No te dejes nublar la mente con pensamientos heroicos Mireia.
Dije friamente.
-Esos pensamientos pueden llevarte a la muerte, sin lograr salvar a Tauriel, si quieres sobrevivir, no intentes ser la Heroina.
Mire al cielo, y dije:
-Si sacrificas todo por salvar a alguien, y no logras salvarte a ti mismo, tu vida no tendria sentido.
Aunque ese fue mas un susurro para mi, que para ella.

- No comprendes nada, Ashtar.

 Las palabras de Ashtar me habían ofendido, como hace tiempo no ocurría. 


- Nunca has visto morir a tus compañeros en batalla, ni han muerto en tus brazos mientras intentabas salvarlos. No has estado en la guerra, no sabes si al irte al dormir no volverás a despertar por culpa de una jodida emboscada. No vengas a decirme tu, jutamente tu, que tipo de vida tendría sentido. He elegido mi forma de vivir, protejo a los míos, como ellos me protegen a mi. Si no te gusta mi forma de ver las cosas, la cueva no tiene puerta, puedes marcharte. Daré la vida por los que me importen, y nada de lo que digas podrá hacerme cambiar de opinión. 

 Miraba al suelo, con rabia, recordando cada muerte que había presenciado en la guerra, hasta llegar a la de mi hermano.


- Anric había luchado con destreza, era uno de los pilares de nuestro ejército. No había forma de que el enemigo pudiese pararlo, era demasiado hábil, demasiado escurridizo. No había flecha, hacha o filo de espada que lo alcanzara. - Respiré hondo y suspiré, con dolor en el alma. - Habían rodeado a mis padres, estaban desarmados y con más de veinte lanzas y hachas a metros de su muerte. Anric saltó, con su escudo y con su espada, a defender a los que amaba. Murieron los tres, y yo no hice nada. Pude haberlo hecho, pero el miedo se apoderó de mi. - No lloraba, pero se notaba la tristeza en mis ojos. - Los llevarón a la tienda. Mis padres ya habían muerto, y mi hermano tenía el pulso muy débil. Intenté salvarlo, pero fue en vano. El sabía lo que ocurriría si se entrometía, y aún así lo hizo.  Murio en mis brazos, en los brazos de una cobarde. - Lo miré, seria. - Ahora entiendes el por que, Ashtar. Los Nailet somos soldados, estamos destinados a proteger a los nuestros hasta la muerte.

-En ese caso, aferrate a tus ideales y hundete en el vacio con ella, Mireia Nailet.
Dije friamente, ¿que sabe ella sobre lo que e pasado o no e pasado yo en mi pasado? sera cierto que ella haya visto mas muertes en la guerra, pero no significa que pueda saber lo que yo pase, o lo que yo experimente en la soledad, en la oscuridad.
-Tu aun no sabes mucho de mi, no sabes lo que pase mientras desapareci en mi juventud, las muertes que vi, las muertes que cause, el numero de personas con los mismos ideales tuyos de proteger a los demas a costa de su vida, pero al final no pudieron salvar a nadie, ni siquiera a ellos mismos, esos ideales estan rotos, si no puedes salvarte a ti mismo, entonces no tienes el derecho de poder salvar a los demas.

Dije con cierto enojo, cuando se me escuchaba cada vez mas y mas enojo en la voz y en mi rostro se notaba:
-Yo tenia esos ideales, creia firmemente en ellos, y al final no pude salvar a nadie, esos ideales solo te dejan entrar en una historia de fantasia y mentiras, donde tus pensamientos son nublados por eso que tu llamas "heroismo", en ese caso me di cuenta que hasta que aprenda a poder salvarme a mi mismo, y solo a mi, podre salvar a los demas sin desperdiciar mi vida como si fuera algo que pueda recuperarse facilmente.
Desvie la mirada.
-Es por eso que tus ideales no tienen sentido.

 Lo miré, furiosa. 


- ¿Quién crees que eres para criticar mis ideales?. ¿Quién crees que eres para negarme el derecho de salvar a quienes quiero?. Vete, vuelve a descansar a tu jodida cama. Si no vas a respetar mi forma de vivir, no necesito que me acompañes. Si tu no pudiste salvar a nadie no es mi problema, yo no voy a quedarme de brazos cruzados mientras mi hermana enferma cada vez más. Tauriel se está muriendo, Ashtar, si tengo que dejar la vida para que ella se recupere, lo haré. Ella es mi hermana, y la quiero más que a nadie en el mundo. No me interesa ser una heroína, pobre de ti si piensas que todo esto lo hago por heroismo, estás muy equivocado, lo único que quiero es proteger la vida de los que amo. No me queda nada más que Tauriel y mi abuela, ¿Es qué no puedes entenderlo?. - Mi mirada ya no mostraba enojo, si no pena. Pena por el, pues no tener alguien a quien proteger convierte tu vida en algo sin sentido. - Déjame vivir a mi manera, no te entrometas en mi vida. No tienes el derecho.

No dije nada más, tan solo tomé mis cosas y le dirigí una última mirada mientras me alejaba, despacio, en dirección a los caballos. Subi a Edil, para darle un taconazo y salir del lugar a toda velocidad.

-Jamas te dije que no puedas salvarlos, te dije que si no puedes salvarte a ti misma, entonces no tiene sentido salvar a los otros.
Ademas, ¿que estara pensando Blanche a todo esto? ¿estaba escrito ya en su plan? me da igual, ese lazo que tiene ella de querer proteger a alguien con tal de entregar su vida no lo conozco, puesto a que yo nunca e tenido ese sentimiento, al unico sentido de proteger a alguien es a mi mismo, mi vida esta en primer lugar, yo peleo por mi, esos son mis ideales, los ideales de Ashtar Alarion...
Cuando mire que ella se iba a ir a toda velocidad, solo dije susurrando:
-Tan solo no quiero que mueras, grandisima idiota, ¿no lo entiendes? si no te dijera eso, es que no me importaras, ahora me haces las cosas mas dificiles, maldita sea, que chica mas problematica.
Corri hacia mi caballo, y le dije a Igran despertandolo:
-¡Igran, sigue a Mireia rapidamente, voy detras de ti!
Y este corrio, mientras yo iba detras de ella, correr asi de imprudente solo causara que ella pueda morir.
-Sentido Oscuro.
Active mi magia, para poder sentir y ver con un aura roja, cualquier sentimiento oscuro, sea rabia, enojo, o sed asesina, pero no para encontrarla a ella, si no para evitar una emboscada.
El iris de mi ojo se hizo muy delgado, y con un color morado potente.

Mucho tiempo fue el que estuve cabalgando, al menos uno o dos schulz. Edil era uno de los caballos más capaces de todo Freylea, y conmigo como jinete eramos un equipo de los más eficaz. Todavía estaba totalmente oscuro, pero mis ojos, como todos los nartidanos que hubiesen nacido bajo el consentimiento del dios Khazum, estaban dotados de una visión especial ante la negrura de las noches en la tundra.
Bajé de Edil y me agaché. "Sígueme, no te separes.", fue mi orden para el animal. Posé las manos sobre la fría nieve. Avancé, con los ojos cerrados, siguiendo lo que me decía mi tierra. Llegué hasta una roca, de al rededor de cuarenta centímetros de altura, rodeada por barias más pequeñas. Hablé, en élfico, idioma el cual me había sido enseñado desde pequeña y que ya dominaba con destreza. Al obtener respuesta, volví a montar a Edil y regrese a mi carrera, ahora un poco más orientada.

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Ashtar, que había cabalgado durante un schulz decidido a encontrar a Mireia, había caído de su caballo inesperadamente. El animal, que yacía inerte sobre la helada nieve, tenía una flecha élfica clavada en el cuello. Algo ató las piernas de Ashtar, quien se encontraba totalmente sorprendido."No te muevas", le dijo una suave voz femenina. Una muchacha, que no llegaba a tener 20 años, tenía una daga apuntando al cuello del jóven, quien había sido despojado de sus armas sin siquiera notarlo.

- Ahora me dirás tu nombre, y que es lo que haces en un lugar como este, si no quieres que te rebane el cuello.

El mago negro intentó moverse, pero la fuerza de la muchacha era tal que lo obligaba a mantenerse quieto, con la rodilla izquierda de la joven en su pecho, el pie izquierdo sobre su mano derecha y su mano zurda, pues con la derecha tomaba la daga, aprisionaba la mano derecha del muchacho contra la nieve.
Su atacante era una muchacha de una contextura sorprendentemente pequeña, con cabello largo, realmente fino, tanto que a uno se le escurría entre los dedos, de un rubio extra claro, atado en una cola, con un mechón libre, que caía en la frente. Sus ojos, de un llamativo color escarlata. Su tez era completamente blanca y tenía orejas similares a las de un elfo, pero estaba claro que no lo era, pues no tenía el físico de uno. Su vestimenta era de lo que uno llamaría encantadora, con telas propias de una guerrera de alta cuna. Contaba con un guante largo sin dedos que llegaba hasta el codo en su brazo derecho. En su brazo izquierdo llevaba un pequeño lazo negro con adornos dorados. Vestía una musculosa roja con espacios descubiertos en su espalda y adornos dorados, además de unos broches decorativos que llevaba en la parte superior de la espalda y en la parte baja de la misma. Como protección para sus costillas llevaba dos protectores que hacían juego con los adornos que le decoraban la musculosa. Tenia también una falda corta negra, que se agitaba con la más mínima brisa de viento, pero nunca más de lo "decente". Era algo extraño de vestir para el lugar, pues la temperatura era realmente baja. Apretó más la daga contra el cuello de Ashtar, con una mirada seria en la cara.

- Será mejor que hables si no quieres que tu cabeza cuelgue en la puerta de mi hogar, chico. Se que eres un mago, y se que estás siguiendo a una muchacha, se que un dragón pequeño va tras ella, y se que si utilizas tu magia cualquiera de mis compañeros no dudará en atravesar tu cráneo con una sola flecha, eso si no te corto el cuello antes.

Utilizar la magia no era una opción, atacar a la muchacha era una muerte segura. ¿Qué podría hacer Ashtar para salir de esta?.

-La pregunta es, ¿que hacen elfos aqui? no recuerdo verlos nunca en este lugar, ¿porque me detienen? ¿que es lo que proponen? aunque no me veo en ventaja para pedir explicaciones, veran:
Hice una pausa, mientras mire cercamente a esa elfa, ¿que es lo que sucede? si uso Chrona no tendra oportunidad ni ella ni sus flechas, la familia Alarion perfecciono ese hechizo, pero ahora nos cuesta mas usarla por mucho tiempo, y aunque la use y escape, tendria dificultad para sobrevivir.
Veamos que sucede si soy sincero.
-Voy tras Mireia, aunque eso ya es obvio, ¿no señorita amabilidad? tuvimos una discusion, y ella solo huyo, ahora que sabes mis motivos, ¿podrias soltarme de una vez? esta posicion me molesta un poco, aunque supongo que no te importa.
Y lance una sonrisa en ese momento.

- Así que su nombre es Mireia. ¿Nailet, tal vez?. No se de otra, así que supongo que es ella. - La muchacha lo miró, seria. - ¿Elfos? No soy una elfa. ¿Has oído de dragones que toman forma humana y se aparean con mujeres humanas?. Soy una híbrida, mitad humana, mitad dragón. Muchas generaciones de mi clan han pasado, y en mi sangre aún se mantiene el fuego de Dracarys.

La muchacha no retiró la daga ni un milímetro, como si estuviera deseosa de ver la sangre de Ashtar brotar por su cuello.

- Aún no me has dicho tu nombre, chico. Estoy pensándolo, puede que te deje vivir. ¿Por qué han salido de la comodidad de sus casas?. ¿Qué es lo que buscan?.