Heroes of Zophia

"Dicen que las leyendas nunca mueren. Que están ahí, en alguna parte, esperando. Nunca se sabe donde, o para que, pero estarán ahí, durante toda la eternidad, esperando que sea su momento. Me gustaría creer que es cierto, que alguna vez algo así me pasará, y mi vida aburrida dará un vuelco. Hasta entonces... yo también esperare."

Goromar 7, día de la sangre, 512 d.C.

Azhgal

[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] April, la hermosa y rubia elfa que oficiaba de camarera se acercó a su mesa y dejó una jarra grande de vino vakeriano. Le sonrió para luego dar una vuelta sobre si y volver a la barra, donde algunos hombres fornidos y otros encapuchados esperaban su trago después de una larga jornada de trabajo. Azhgal agarró con fuerza su bebida y dio un largo trago. Debían ser ya pasada la medianoche y necesitaba encontrar un lugar para dormir. ¿Por qué había vuelto a Nueva Zophia? Ni el lo sabía, quizás la incertidumbre y la sed de aventuras lo habían hecho volver al lugar donde se crió. Al terminar su jarra de vino, entendió que había cometido un error.

— Es el, ¿verdad?. — susurró una voz, a pocas mesas de la suya.

— Estoy seguro. — balbuceó la otra.

De un momento a otro la taberna era un caos y los soldados imperiales habían abandonado la taberna siguiendo al hijo de Emperador. No tardaron mucho en acorralarlo en uno de los tantos callejones que abundaban en las calles de Nueva Zophia. De un lado, Azhgal. Del otro, quince soldados dispuestos a llevarlo vivo frente a su líder. Cuando el muchacho estaba dispuesto a enfrentarse a sus persecutores, una persona de silueta delgada cayó delante suyo, cortándole el paso. La figura levantó su palma hacia adelante, y Azghal pudo ver como los soldados salían despedidos hacia atrás, chocando contra las paredes y ellos mismos, cayendo inconscientes. Se giró, poco a poco, hasta que la encapuchada se quitó su caperuza y tanto su rostro como su pelo cobrizo quedaron al descubierto.

— Si los rumores son ciertos, Azhgal Loyset, necesitaras mi ayuda. — su voz era suave y melodiosa, algo que complementaba a la perfección su elegante postura. — A menos que quieras seguir huyendo para siempre.



Azurea y Razvan

La panadería de los Hargest estaba casi vacía, algo extraño durante las mañanas de los Vientos del Sol si no fuera por la inusual llovizna que había sorprendido a los habitantes de Nueva Zophia. Razvan era un cliente habitual, casi todos los días iba a comprar algo con lo que acompañar su desayuno y una lluvia de porquería no iba a privarlo de su ritual diario. Azurea lo vio llegar y saludó con una sonrisa. Si alguien conocía a Azurea podía saber que era tan bella como soñadora, bien se sabía que era el alma de la tienda. Razvan pagó lo que había elegido y, luego de saludar a la muchacha, se retiró del local. Poco tiempo transcurrió hasta que un grito de la joven lo sorprendió. Raz identificó el problema: un niño pelirrojo que apenas superaba la docena en edad había pasado como un rayo a su lado con una hogaza de pan bajo el brazo. El galileo no tuvo más remedio que socorrer a Azurea y, en unas pocas zancadas, alcanzó al niño y lo levanto por el cuello de su camiseta. La muchacha los alcanzó agitada. Si fuera por ella le hubiese dado el pan al niño, pero su padre no le había dado opción. "¡Los niños no deben robar, ve y asegúrate de que lo entienda!".

— ¡Por favor, no me hagan daño! — el miedo del niño se reflejaba tanto en sus ojos como en el temblor de su cuerpo. — ¡No lo volveré a hacer, lo prometo!

Pero el miedo fue más fuerte, tan fuerte que Razvan tuvo que soltar al niño debido al dolor. Una descarga eléctrica en forma de dos finos rayos se desprendió del cuerpo del muchachito al del galileo. El pequeño cayó de espaldas al suelo, más asustado que antes. Se reincorporó, mirándose las manos con terror.

— ¿Q-qué ha sido eso? — Anric los miró, temeroso. — ¿H-he sido yo?






OFF: Pos ya me dio sueño, mañana le doy la entrada a tus otros dos PJ Consu, o si querés, tenés la libertad de incorporarlos a cualquiera de las dos escenas como plazcas.

— Gracias, lindura. — Le dije a la camarera con una sonrisa picara, empezando a beber de mi jarra. Necesitaba claramente olvidar el porque había regresado, lo que significaba volver a poner un pie en este lugar, la adversidad que enfrentare. Todos esos pensamientos estaban ahogando mi mente mientras solo reflejaba una sonrisa, disfrutando el momento.

En todo caso, el lugar ha cambiado bastante desde la última vez que estuve por aquí huyendo de los guardias. Por ser muy noche esperaba de que simplemente todo fuese tranquilo, al menos tenia que disfrutar un dia en esta tierra robada, pero... Empece a escuchar susurros, a sentir miradas incomodas y una palpable tensión aumentando en el ambiente. — Aaaahhh, maldición... Tal parece que esta no sera una noche tranquila para mi... — Dije, tomando de un solo trago lo que restaba de la jarra. Luego de eso soltar un gran suspiro de satisfacción, ya que en verdad estaba buena la cerveza. Pague dejando el dinero en la mesa y una propina modesta, y me voltee. — Bueno, bueno, perros del Imperio... ¿Que estan esperando? ¡Es hora de un poco de diversión! — Y al decir esto, lance una jarra al aire y en el mismo proceso la golpee de una patada, cayendo encima de uno de ellos.

Lo siguiente fue divertido. Claramente me estaba divirtiendo con estos imbéciles, corriendo de lado a lado mientras observaba como me perseguían. He pasado toda mi vida luchando con diferentes tipos de guerreros, y de los mas fáciles para mi eran los guardias, a excepción de los de la Realeza que son mas fuertes. Conocer las técnicas de ellos y haber entrenado con los mejores desde pequeño me hicieron un enemigo formidable para ellos. Despues de tanto rodeo, ya me habia cansado y estaba dispuesto a romperles un par de costillas. — Muy bien, eso fue divertido. Vengan todos a la vez, les enseñare la verdadera fuerza de un guerrero. — Y antes de siquiera poder ponerme en posición de combate... Una silueta extraña apareció. El problema no fue ese, si no el hecho de que los mando a volar simplemente extendiendo su mano. — No puede ser... — Fue lo que dije, completamente sorprendido. ¿Eso acaba de ser magia, no es asi? ¿Que demonios hace un mago aqui...? Sus palabras me sacaron un poco de quicio, eso si. Su postura elegante y lo que dijo me hizo enarcar una ceja y sonreír de oreja a oreja. — Oye, oye... ¿No ves que es de mala educación interrumpir el combate de alguien? Apenas estaba iniciando a divertirme. — Le dije, colocando mis manos en los bobillos de mi pantalón, analizándola. — En todo caso, si estuviera huyendo actualmente no pisaría ni un maldito pie en este reino. Aunque claro, no es el caso, encanto. — Camine hacia los demás guardias, curioso de ver por primera vez la magia en persona. — ¿Porque deseas ayudarme? Veo que conoces mis objetivos de algun modo, ¿Puedes leer la mente? Esta es una tierra peligrosa para un mago, creo que lo sabes. ¿Porque me ofreces tu asistencia y quien eres? — Pregunte con una mirada mas inquisitiva, sin perder mi sonrisa.

Azhgal

La muchacha lo miró, de pies a cabeza. Para ser el hijo del Emperador, le parecía algo ordinario. Quizás sus expectativas eran muy altas.

— ¿Encanto? Vaya, supongo que eres de esos. — Sonrió. En los tiempos que corrían no era raro que lo escuchara en cada taberna que pisaba. — No creo que esos soldados presenten algún peligro, por lo menos para mi. Han pasado años sin que pudiesen encontrarme, a diferencia de ti. Tu padre sabe que estas en la ciudad, aunque eso ya debes saberlo. — Miró a los soldados, desmayados en el suelo. Cuando despertaran no recordarían nada de lo que había pasado. — Desde pequeña me enseñaron a tenerles miedo, ¿sabes?. Incluso a gente como tú. Con el tiempo aprendí que el apellido no dice nada sobre uno — dijo, acercándose a uno de los guardias para robarle la bolsa de monedas que colgaba de su cintura. — Puedes unirte a mi, ayudarme a terminar con la dinastía Loyset y devolverle Zophia a su gente, o seguir jugando al escondite con los soldados de tu padre. No se que planeas, o que tipo de persona eres, pero el solo hecho de que aborrezcas tus orígenes, siendo quien eres, te hace fundamental para mi tarea. — Azhgal pudo ver en sus brillantes ojos verdes, que podían notarse incluso en la penumbra que los rodeaba. Quizás no eran las palabras mas amables, pero su mirada denotaba su necesidad. ¿Era esta la oportunidad del muchacho para redimir los crímenes de su familia?

Lo siguiente que escuchó no salió de la boca de Katrielle, pero su voz era inconfundible. Sus palabras resonaron dentro de su cabeza, dejando un eco que se perdía poco a poco. "Mi nombre es Katrielle Vawynn."


OFF: Recuerden tener presente lo que significa el apellido de Katrielle.

-Azurea Hargest-

Zuri pudo ver los pequeños rayos saliendo de la mano del niño, quedando boquiabierta ante ello...le dio incluso algo de miedo, pero su curiosidad era más fuerte.
La chica tenía la sensación de que acababa de ver algo increíble, algo que quizás cambiaría su vida... y sus ganas de tener una aventura y cumplir sus sueños fueron más grandes que el temor, incluso que el sentido común.
Se acerca a Razvan, para ver como está, ayudándolo a levantarse

-Muchas gracias por ayudarme Razvan, no se que haría sin ti- la chica le sonríe dulcemente, y continúa- ¿Te encuentras bien?-


Luego se acerca con cuidado al chico, poniendo una mano en su hombro, y sonriendo amablemente

-Pues...sí, creo que has sido tú, pero tranquilo...no vamos a hacerte nada, ¿Si? Mi padre sólo quería asegurarse de que no lo hicieras de nuevo.
La próxima vez sólo tienes que pedirme... guardamos el pan del día anterior que aún está bueno para dárselo a la gente que no puede pagar.
Ahora... no se que ha sido eso pero... no había visto nada así antes... y me gustaría descubri que fue... ¿A ti no?-

Era de uno de esas tantas mañanas en la que Raz amanecía en su casa completamente solo. Su padre estaría metido otra vez en una de sus reuniones con un comprador y junto a él siempre lo acompañan las cuatro o cinco personas que están a su cargo. Se desperezó, se levanto de la cama y fue directamente a bañarse. En la ducha tuvo un fuerte debate interno: No ir a la panadería de los Hargest pero tener un desayuno horrible o ir igual pero empaparse todo. Se vistió rápido y fue con prisa hasta la panadería. Al entrar devolvió la sonrisa de Azurea con una mucha mas cálida y agarró lo de siempre: dos scones de banana y nuez, su debilidad. Se quedo un par de segundos de mas en la tienda llenando sus pulmones con el dulce aroma de las cosas recien horneadas y volvió para casa, o espera volver tranquilamente si no fuese por el pequeño ladron pasando al lado suyo acompañado por el pedido de ayuda de Azurea. No le costó agarrarlo, lo inmovilizó agarrandole del cuello de la camiseta y con una mirada inquisidora le dijo:

- Quédate quieto. Vas a tener que pagar por est-

Antes de que Razvan pueda terminar la frase, los rayos eléctricos que desprende el chico lo tumba al suelo. No lo noquea pero si lo deja sentado en el piso, atontado mas por el inexplicable suceso que por el propio choque. Su primer reacción fue llevarse la mano al cinturón para desenvainar la cimitarra pero se quedo con la ganas porque nunca en su vida fue armado hasta la panadería, mas que nada para no intimidar a la chica. Después se quedo mirando el ciello lluvioso, buscando alguna respuesta lógica a lo que había pasado. ¿Un rayo de débil potencia cayó justo en donde estaban ellos? Imposible, no había ni un solo relámpago en el cielo y tanto el fulgor como la electricidad salio directamente de su cuerpo, no cayo de arriba, el chico estaba intacto.
El "¿Te encuentras bien?" saca a Raz de su modo analítico. Me apoyo en ella para levantarme mientras le respondo:

- Supongo que bien. No me duele nada así que creo que estoy intacto jajaja

Se limpia como puede de la suciedad del piso y luego le dedica una mirada al muchacho anguila, una mezcla entre curiosidad y un enojo que no podía ocultarlo.  

Su mirada me daba un poco de gracia. ¿Quizas no era lo que esperaba? Claro, seguramente nadie pensaría eso del hijo del Emperador actual... En el fondo, claramente eso me molestaba aunque de igual manera no lo hacia notar, siempre manteniendo mi porte. Sus palabras eran acertadas, en verdad parece ser una mujer inteligente. Mi mano acariciaba mi barbilla, ya que al final ella habia captado toda mi atencion y curiosidad. — La verdad es que con tus habilidades ellos serian simplemente una piedra en tu camino que puedes apartar rápidamente. Aunque el problema no era ese, quería ser yo quien los pusiera a dormir, pero al final eso da igual ahora. — Dije, levantando los hombros en indiferencia ya que lo hecho, hecho estaba. — De cualquier forma, no creas que he venido asi solo porque si. Quiero que el sepa que he regresado, yo no lo voy a enfrentar desde las sombras, no soy ningún cobarde. Claro esta que luego de esto tendré que ir con precaución, mi presencia desatara un caos verdadero entre todos esos malnacidos. — Y mi sonrisa desapareció un poco, dando paso a una mirada más determinada y seria resonando con el de la chica.

Cuando escuche lo de sus "enseñanzas", no pude evitar reir un poco en voz baja. Si a ella le habian enseñado a tenerles miedo, a mi me enseñaron como infundir ese miedo. Ya sea mediante la pelea, el subterfugio, la intriga, asesinato a mano limpia, intimidación... Era repugnante saber todo lo que le meten en la cabeza a un niño, especialmente cuando yo fui quien aprendió todo eso. Aprender a creerte superior a los demás, en verdad era un asco. — La gente no debería de temer a quienes se supone que están alli para defenderlos. Me disculpo por eso de todo corazón, señorita. Se de lo que estas hablando, lo he visto en mucha gente. — A lo largo de mi "peregrinaje" y vida adentro y afuera de aca, escuche esas palabras mas de una vez, siempre haciendo peso en mis hombros el ser parte de la familia que causo todo eso, en realidad es una vergüenza para mi. Al momento de disculparme hice una pequeña reverencia, hasta que escuche lo ultimo que dijo. Cuando menciono mi propio odio, claramente no me vi complacido. Mi rostro se frunció, observándola fijamente. Parece ser que necesita mi ayuda, pero el hecho de no saber el porque me ponía en duda todo; pero todo eso cambio con decirme su nombre. Mas bien, ni siquiera me lo dijo, la muy maldita invadió mi mente...  Mi rostro mostró sorpresa, e incluso una sonrisa. Por eso es que me necesita, ¿Eh? No pude evitar reirme un poco, ahogando una risa. — Ya veo, ya veo... Quien diría que despues de tanto tiempo, una descendiente de los Vawynn vendría finalmente a pelear por su tierra natal... Que bueno, sin duda alguna. — Despues de terminar de reír, sonreí al aire. En verdad me hacia feliz de que las cosas intentaran cambiar, que aun exista gente que desea detener finalmente esta falsa paz creada desde la muerte de la vieja Zophia, en verdad era bueno... Me daba tranquilidad.

— Ahora entiendo tu motivo, Vawynn. Pero dejame preguntarte algo. Veo que en verdad puedes ver sobre mí, seguramente gracias a tus habilidades. En verdad detesto que alguien pueda leerme asi de facil y te pediría que no lo hicieses, por favor. Pero en todo caso, eso no es lo que quiero decirte. Te dejare en claro algo; yo no solo aborrezco mis origenes. — Una sonrisa llena de desesperanza y una mirada sin brillo y completamente con falta de vida apareció en mi rostro, analizándola. — Yo soy parte de ese origen, en mi sangre se encuentran todas las generaciones y conocimientos que hicieron que tu pueblo sangrase por muchos años. Yo desprecio mi existencia, la considero parte de la misma maldición que hemos puesto en los demás para vivir una vida plena a costa de los otros. Soy parte de la familia que asesino a tu dinastía y los exilio. ¿Estas bien contigo misma en confiar en alguien asi? Al final, tienes todo el derecho de querer matarme y odiarme. — Volví a levantar los hombros en indiferencia nuevamente — Y de hecho, tu, de todas las personas, tienes el derecho de hacerlo.

Por mi forma de hablar, parecía que estaba siendo demasiado hostil, pero por dentro en verdad podía sentir la culpa, el odio y el desprecio a mi mismo en ese momento, enfrentando cara a cara a un verdadero Zophiano, una de las personas que hace muchos siglos mi familia le quito su origen, su hogar, todo. Si algo pasaba, en realidad no era por ella que estaba diciendo todo esto, era por mi. Para aliviar la carga que significaba tener el apellido Loyset, ya que no se necesitaba leerme demasiado la mente como para saber de que la iba a ayudar de una u otra manera; solo quería darme una idea de al final como acabara todo, ya que la muerte es el menor de los castigos que puedo sufrir por la sangre asesina que llevo en mis venas.

Azurea y Razvan

[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ¿Esos rayos habían salido de su cuerpo? ¿Podía hacerle daño a la gente? ¿Podría vengarse de todos los que alguna vez le habían hecho daño? Todos esos pensamientos, sumados al terror que le producía la situación, hicieron que sus poderes se salieron de control. La lluvia, que no era más que un chubasco pasajero, incremento su volumen de forma antinatural, y sus rostros se vieron iluminados por un repentino relámpago. El muchachito miró a la joven, buscando una solución en su mirada, casi rogando por alguien que ayude a entender que le estaba pasando.

— ¿Qué sucede conmigo? ¿Esto también es mi culpa? — dijo Anric, mirando hacia el cielo a medida que preguntaba. — Y-yo puedo... hacer... cosas.

Anric fijó su mirada en Razvan y luego en Azurea. De repente, se le vinieron a la mente los infinitos carteles pegados por toda Nueva Zophia: "Si usted ha visto alguna actividad extraña e inexplicable, pida asistencia a algún guardia imperial.".

— Por favor, no llamen a los guardias.

En otro lado de la ciudad, una joven pelirroja había detectado aquella fuente mágica. Si ella había podido sentirlo a tanta distancia, los detectores del imperio ya lo habrían identificado.

Azhgal

Dejó que hablara. Era interesante escuchar como el heredero del usurpador difería tanto de los ideales de su familia. Mientras tanto, lo examinaba; no parecía en lo más mínimo alguien capaz de utilizar magia, pero una vez que su detección arcana hablaba, no había más que decir.

— No tienes por que disculparte. Si lo pones así, yo también soy una traidora y merezco morir por matar al rey que le dio asilo a mi familia durante la conquista. No eres tus ancestros, y yo no soy los míos.

Volvió a ponerse su capucha, mientras continuaba recolectando algunas bolsas de oro de los guardias desmayados. No la enorgullecía, claro, pero era eso antes de pasar hambre.

— Llámame Katrielle, por favor. — replicó. — Y por favor, no me pidas que te mate, tu vida es demasiado importante en estos momentos. Perdona por leer tu mente, a veces puedo llegar a hacerlo sin querer, de todas formas — se disculpó. — Es curioso, por cierto, tu pensamientos están cubiertos por un halo oscuro, como una barrera. Debe ser alguna de tus habilidades.

Katrielle comenzó a caminar, esquivando los cuerpos de los soldados. Frenó su andar a la mitad del callejón y miró hacia atrás una última vez.

— ¿Alguna vez sentiste que podías hacer cosas inexplicables, incapaz para cualquier otro ser humano? Hay más como tu, y debo encontrarlos cuanto antes — explicó. — Ayúdame a recuperar mi reino del usurpador, Azhgal, y yo puedo ayudarte a explotar tus destrezas. Acepta tu destino tal cual es, por que eres un mago, como yo.— Se dio vuelta, para continuar con su camino. — Lloverá dentro de poco. Puedes pasar esta noche en mi casa, si lo deseas. Es pequeña, pero será suficiente.

-Azurea Hargest-

La chica mira al cielo, y luego al chico...no había duda en su cabeza, el niño era un mago, pero si ella lo sabía, eso sólo podía significar una cosa...los soldados imperiales también.
Azurea se dio cuenta inmediatamente de que su vida no sería la misma después de esto...la decisión que tomaría ahora iba a cambiarlo todo, pero no podía dejar al chico sólo, no le iba a cerrar las puertas a la aventura que había en sus manos.

-No los voy a llamar...pero es probable que ya vengan en camino, esa demostración de poder no pasará desapercibida... ¿Puedes confiar en mi? Conozco un lugar en el bosque en el que podemos ocultarnos de los soldados... no creo que nos encuenten allí, nadie conoce el bosque como yo. -

Azurea tiende su mano al chico, para presentarse oficialmente ante el, con una sonrisa pero con solemnidad en su rostro.

-Soy Azurea Hargest... y si me dejas, quiero ayudarte. Toda mi vida esperé este momento, algo que cambiase las cosas... y creo que es ahora-

Entonces, mira a Razvan... no puede pedirle que los acompañe, sabe que si los encuentran el castigo será la muerte, y no tiene el corazón para pedirle que vaya con ella... pero sí debe pedirle que mienta.

-Razvan... si nos encuentran el castigo será la muerte, así que no puedo pedirte que vengas conmigo, no sería capaz...así que vuelve a casa, olvida que nos viste, que lo atrapaste... y si puedo pedirte una cosa...por favor no digas nada a nadie, me sabe mal tener que pedírtelo pero...si nos encuentran es el fin. Ah y Razvan...por si no nos volvemos a ver...siempre fuiste mi cliente favorito-

Una sonrisa amable en medio de la tempestad, el último momento de calma antes de la tormenta... la mente de la chica por primera vez en mucho tiempo no soñaba, estaba despierta y en la realidad, buscando un plan.

"No soy mis ancestros". Eso era un poco dificil de aceptar, tomando en cuenta todo el linaje que llevo en mi sangre de dictadores, tiranos y asesinos. En verdad era muy fácil, demasiado fácil, hubiese aceptado el destino de ser como ellos, pero no tome ese camino. No soy un monstruo, tampoco soy un príncipe, mucho menos seré algún día un rey. No serlo no significa no tener el peso encima, en todo caso.

Mire fijamente a Katrielle, con una mirada un poco compleja. ¿Mi vida es importante? Que lo diga alguien afuera del ambito Real, que solo me mira como el siguiente sucesor de toda esta basura que ellos han armado me dejo claramente un poco fuera de contexto; lo siguiente fue lo de mi mente. ¿Un halo oscuro? ¿Habilidades? ¿A que se refería ella exactamente? No solo habia rechazado tomar mi vida, simplemente tambien menciono cosas que seguramente no estaba consciente o no sabia, y eso era algo que me dejo curioso de saber el porque.

Cuando se iba y menciono lo de hacer cosas que seguramente ningun humano normal podría hacer, me quede pensativo. Es cierto que en momentos de adversidad, en donde he estado entre la espada y la pared, he alcanzado cosas que alguien normal dificilmente podría, lo asumía a mis entrenamientos y experiencias desde pequeño pero, por como lo dijo, no creo que se refiera a ello. — ¿Un mago...? — Mire mis manos, claramente confundido. ¿Todo este tiempo he tenido esas habilidades? ¿Que clase de poder tendré, cual serán mis limites? Si soy un mago, entonces mi poder para derrocar a mi padre sera mayor...

Al ofrecerme posada, mi mirada habia vuelto a la normalidad, reflejando mas vida y energía. —... Esta bien, acepto tu oferta, Katrielle. Si el destino nos ha juntado, es porque quizas ha llegado el momento de acabar de una vez con todo esto. — Camine hacia ella, con mis manos en los bolsillos y una leve sonrisa, mirando al cielo. — Finalmente... Esta injusticia terminara. — Susurre mirando al cielo, perdido en mis pensamientos. ¿Cuanta sangre se derramara, sera suficiente para pagar lo hecho hasta ahora...?

Mientras esperaba la respuesta del pequeño ladronzuelo, en el cielo aparecía la tormenta que antes buscaba Raz. El inesperado relámpago lo hizo sobresaltar un poco al muchacho pensando que otro ataque del niño. La mención del chico sobre los guardias lo puso tensisimo en solo segundos. Sea el verdadero responsable de esos rayos o no, nadie sale impune de estar presente de una manifestación sobrenatural en plena vía publica. Sí, es verdad que no había, aparte de ellos dos, un testigo que presencie los hechos pero la guardia no necesita ver o escuchar estas anomalías para ir hasta ellas. "Tienen super sabuesos entrenados que pueden oler hasta al mas escurridizo de los criminales" recordó que dijo una vez su padre, un poco bromeando y otro poco diciéndolo en serio, como todas las cosas que dice.  
La situación no mejoró para Raz cuando Azurea, tan bueno como es ella, decide ayudar a un posible objetivo de la mismísima guardia imperial. Se sentía sorprendido, angustiado, hasta diría un poco traicionado por la chica. No iba a dejar que se suicide de esa manera.  Se paró delante de Azurea, estando frente a frente a ella y dándole la espalda al otro chico. Puso sus manos sobre los hombros de la chica

- ¿Estas loca? ¿Acaso te pico el bicho de la heroína? ¿Vas a arriesgar todo tu vida por... por esto? - Se da un poco la vuelta y mira de reojo al chico-. No solo pones en riesgo tu vida sino también la de tu familia, tus amigos... todo tu circulo intimo caerá bajo el manto de la sospecha y aunque no sepan nada, sabes muy bien por los rumores que se mueven por ahí sobre que hace la guarda para hacerte hablar.

Tenia ganas de llorar pero se contenía. La gran determinación que veía en los ojos de Azurea le indicaba que cualquier cosa que digan no importaba, ella ayudaría si o si al chico. Volvió a mirar al niño para verle su rostro de miedo, un poco entendía por qué Azurea lo ayudaba.Al final se resigno. Le dio un fuerte abrazo, quizás el último de todos si las cosas salían mal. Al despegarse de ella, se desató de su cinturón su pequeña bolsa de monedas y la coloco en la mano derecha de la chica, dándole también los scones que había comprado y que ahora estaban entre aplastado, mojados y seguramente un poco chamuscados por el rayo del niño sobrenatural.

- Es todo lo que tengo ahora mismo. No es mucho, te durara como mucho unos cuatros días pero lo necesitas mas que yo. Desconozco que tan bien conoces ese bosque en el que planeas refugiarte pero si se arruina tu plan o el bosque ya no es más seguro, escapa a Galilea. Es lejos pero mi familia es muy querida allí, mi madre actualmente reside en la isla y somos amigos del rey así que quizás, en una de esos milagros del destino, si dices que me conoces a mí o a mis padres, Anaxi y a Ludger Leenards, algun buen intencionado capitán que este en el puerto te podrían llevar como polizona hasta allá, con el muchacho o sin él - Dice esto último en voz baja - Ya no se mas que decirte, nunca pensé que tanto tu como yo pasaríamos por algo así ni que tampoco que eras una idiota con tan buen corazón. Mucha suerte, espero volver a vernos algún día y... - Se acerco a su oido - Voy a extrañar mucho tus scones.

Da varios pasos atrás y ahora también mira al chico

- Juro por los dioses que no contare nada, pero por favor váyanse ya mismo de acá. Cuanto antes estén en el bosque, mas ventajas les sacaran a los guardias que no son precisamente conocidos por ser lentos. Adiós, intenten no llamar la atención

Tan rápido como dijo esas palabras, Raz salio corriendo para su casa junto con una tormenta de pensamientos y sentimientos que no podía ponerles palabra. "¿Cómo un simple viaje a la panadería puede irse tan rápido a la mierda? ¿Estaba haciendo lo correcto en no ayudarla y en dejarla sola con ese chico? ¿Y si el niño esta actuando todo y en realidad es uno de los monstruosos terroristas que describe los panfletos de la guardia? ¿Pese a la promesa, tengo que realmente mentirle a la guardia? Y si descubren que miento ¿Cómo haré para que la culpa no me coma por involucrar también a mi familia? Y si en vez de quedarme acá, me hago un bolso y me subo al primer barco que vaya para Galilea, escapando de todo. No, no, sería demasiado sospechoso". Son apenas unas de las muchísimas ideas e incógnitas que salían de la cabeza de Raz, con la misma rapidez y fuerza que los relampagos que caian con esta tormenta. Llega a su casa y se sienta en el piso, empapado y dubitativo  

OFF: La actualización por Azurea empieza después de lo que sea que quiera decirle a Razvan

ONN:

Azurea y Anric

[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] agradecido y a la vez asustado. La temblorosa mano del niño se poso sobre la delicada palma de Azurea, y echaron a correr. Ambos sabían que era solo cuestión de tiempo hasta que los encontraran. De lo que no estaban enterados era de que la magia dejaba rastros hasta cierto tiempo, si conseguían ocultarse lo suficiente les perderían la pista.

A medida que avanzaban, podían ver a grupos de soldados corriendo entre la muchedumbre que escapaba de la sorpresiva tormenta. Ambos pudieron escuchar como un grupo grande de soldados gritaban "son ellos", mientras que los señalaban con el dedo y echaban a correr detrás suya. Azurea guió a Anric, casi arrastrándolo por los callejones de Nueva Zophia intentando perder a los soldados, hasta que pudieron divisar un bosque y se dirigieron a el sin dudarlo. Al doblar en una de las últimas esquinas, estando casi al borde de la libertad, Azurea sintió como alguien le tomaba el cuello de la ropa y la empujaba dentro de una casa, arrastrando al niño consigo. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra de la habitación, pudieron ver donde se encontraban. Delante suyo había una muchacha de cabello celeste, al parecer una elfa, por la forma de sus orejas. No era casualidad: ella los había visto en sus sueños. Se mantuvieron en silencio, hasta que escucharon como los soldados seguían su camino hasta el bosque.

Estaban a salvo, al menos por ahora.

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A pesar de encontrarse en su casa, Razvan sabía que no estaba seguro. ¿Cuánto tardarían en encontrarlo? Sus dudas se disiparon casi instantáneamente, cuando el sonido de un potente trueno explotó al mismo tiempo que la puerta de su casa. Sentado como estaba, Raz comenzó a moverse hacia atrás, ayudándose con sus manos hasta chocar contra la pared. Por donde se suponía que debía estar la puerta de su casa ingresó una decena de soldados imperiales. El que parecía ser su líder se acercó a el y, luego de quitarse el casco para que el indeseable que acababa de atrapar pudiese verle los ojos antes de morir, lo tomó por el cuello, levantándolo y cortándole la respiración.

— Larga vida al imperio, sucio mago.

En el pelotón había un muchacho de anteojos, de buen porte y pelo rubio, que no comprendía bien lo que acababa de escuchar. ¿Un mago? ¿Eso era lo que buscaban?. Ya de por si no entendía porque lo habían obligado a salir corriendo desde su cuartel. Miro a sus compañeros, pero ninguno reaccionó. ¿Acaso era él el único que no entendía lo que estaba sucediendo? Lo siguiente que ocurrió lo sacó más de lugar todavía. De un segundo para otro, su comandante había sido atravesado por la parte trasera del cráneo con una fina y letal flecha. El oficial, que ya tenía su cimitarra en mano para desgarrar el cuello de su presa, cayó al suelo, interte, soltando a Razvan. Rápida como un rayo, una muchacha pasó corriendo entre los sorprendidos soldados y se paro delante de Raz, mirando a los imperiales. Su arco se encontraba a su espalda y su afilada hoja envainada, ¿cómo se defendería de nueve hombres experimentados en combate?

— No me obliguen a hacerles daño.

El soldado más cercano a la joven, que parecía ser el segundo al mando, corrió hacia ella espada en mano. Con un simple movimiento de su brazo, cada uno de los soldados salió despedido hacia atrás. Tal había sido la fuerza del impacto (algunos contra la pared, otros contra el piso) que la mayoría se había desmayado, incluso algunos habían muerto. El único que pudo ponerse de pie, asustado y enojado a la vez, era el más joven de todos. No tenía puestos sus lentes, pues habían salido volando por ahí, por lo que no podía ver bien a su rival. La hechicera miró a ambos, primero al soldado y luego a quien estaba marcado por aquella fuerte esencia mágica. El tren de emociones que ambos habían sufrido fue presa fácil para la detección arcana de Katrielle: había dos magos además de ella en esa habitación.

— No cometas un error, Galeran. — dijo Katrielle. No había sido muy difícil meterse en su cabeza para aprender su nombre. — Has pasado por mucho, ¿Verdad? — preguntó, dirigiéndose a Razvan con una leve sonrisa. Tardó poco en descubrir que había ocurrido con Azurea y el niño. — Creo que no tienes otra opción que venir conmigo, a menos que prefieras que te capturen. Los magos deben permanecer unidos.

Saphielle, Anric y Azurea

Anric miraba al piso, mientras intentaba procesar todo. No dijo una sola palabra hasta que la elfa los dirigió dentro de su casa. Sentado en el sofá, se atrevió a hablar.

— Mi nombre es Anric — se presentó. Continuó, al borde de las lágrimas. — Entonces... ¿todo esto es mi culpa? L-los soldados... ¿vienen por mi? Lo siento tanto... — se disculpó, agarrándose la cabeza con ambas manos. — Si nos encuentran también les harán daño a ustedes.

El muchachito estaba realmente consternado, y más le pesaba el hecho de no poder hacer nada para remediar la situación.

Llegaron mas rápidos de lo esperado, es lo primero que se le cruzó por la cabeza en el momento en que entran los guardias imperiales rompiendo la puerta. "Vaya que son efectivos lo sabuesos" pensó que diría su padre si estuviese en esta situación. Su plan era retroceder, ponerse de pie, pedir clemencia y declarar su testimonio pero al ver el desbordado numero de soldados que aparecen por un mero testigo y como el líder de ese grupo lo inmoviliza en un instante llamándolo mago, Raz se da cuenta que es todo un malentendido y que también los soldados no están muy dados para hablar. Quería gritar con todas sus fuerzas que él no era un mago pero se atragantaba con sus propias palabras, casi no podía respirar. Por suerte, apareció ella. En menos de lo que Razvan podía procesar la secuencia, la ¿rebelde, terrorista, maga? derrotó a esa pequeña guarnición de soldados con una facilidad impresionante pero con un costo un poco alto: le destrozaron la casa.
Con la amenaza derrotada, lo primero que hace Raz, luego de levantarse, es ir por la condenada cimitarra. No tenia intención de luchar con ella ni con el otro soldado en pie logicamente, sin embargo es mejor tenerla que no. Con el la comitarra ya colgada en su cinturón y su set de cuchillos ocultos en su ropa, mira a su salvadora:

- No me queda otra opción, supongo... - Dice resignado- pero antes de todo me gustaría aclarar que no soy un mago. Me estas confundiendo con otra persona, ojala la verdad por hacer esas cosas que hiciste tu pero no, no soy eso. Aun así, muchas gracias por salvarme de ellos... Perdón, ¿como te llamas?

Razvan, Galeran y Katrielle.

— Mi nombre es Katrielle Vawynn.

A pesar de la situación, su voz seguía siendo dulce y agradable. Primero, se decidió por contestarle al soldado. Reclutarlo para su misión sería difícil, pero no perdería nada con intentarlo.

— Error de no saber cuando alguien quiere matarte o dejarte con vida — explicó. — Tienes razón, podría haberte matado si hubiese querido. Pero no lo he hecho, ¿verdad?. porque simio no mata simio — Intentó mantener la calma. Necesitaba hacerlo. — No estoy manteniendo a un soldado yeriano con vida. Estoy perdonándosela a un mago. Por que tú eres un mago. Y tu también.

Su tono de voz era ahora más severo, pero en su mirada demostraba como se sentía realmente. Sabía que lo que les estaba contando era algo difícil de procesar. Las últimas palabras habían sido dirigidas a Razvan. Se acercó a el unos pocos pasos, con una sonrisa amable.

— No estoy equivocada, eres un mago. Claramente yo lo soy, y gracias a mis habilidades puedo saber cuando me encuentro en frente de uno de mis pares. ¿Acaso ninguno de los dos, en ocasiones, ha notado que es capaz de hacer cosas increíbles que ningún otro ser es capaz de hacer? — preguntó. Su mirada se tornó triste, pues estaba a punto de contar algo que le producía mucho dolor. — Ahora somos solo unos pocos, pero antaño, antes de la conquista, Zophia fue un lugar próspero y soberano, una tierra de magos. Hasta que caímos bajo el yugo de Yeris. Se adueñaron de nuestras tierras y borraron toda prueba de nuestro pasado. Yeris no trajo la salvación, solo trajo dolor y muerte. Asesinó a nuestro rey y a su familia, y dio caza a los magos durante años. Los que sobrevivieron, se escondieron, y poco a poco, la gente olvidó. Olvidó su libertad, olvidó la magia, olvidó que, alguna vez, Zophia fue el reino más próspero de las tierras conocidas.— Se mantuvo callada unos segundos, conmocionada. —  Según dicen, el hijo menor del rey, Astor Lieverich, escapó y tuvo una hija. La leyenda cuenta que, generación tras generación, las memorias del príncipe se mantienen a salvo, y que solo su heredero podrá liberarlas, y así el pueblo recupere su propia memoria.

Raz seguía negando con su cabeza que él era un mago, si lo fuera ya lo sabría hace rato... o no. Katrielle sembró la semilla de la duda en su mente y ahora recuerdos que en su momento pensaba que eran frutos de su imaginación infantil o de los propios sueños ya no parecían tan irreales. Los primeros que salieron de los rincones de su memoria son momentos en Galilea donde Raz hablaba con los peces que pululeaban por la costa y que estas las criaturas les respondia con claridad. Otro recuerdo fue una vez de muy chico en donde se quedo sin aire de la nada y estuvo postrado en la cama por varios dias por una supuesta afección en los pulmones cuando en realidad él con su magia innata hizo aparecer dos pares de branqueas que le dificulto la respiración. Aparte de eso, la historia de Zophia desenterraba del cementerio del olvido charlas con su padre hablando muy por encima sobre este pasado oculto ¿Cómo podía haberse olvidado de todo esto? ¿El tiempo, la vida mundana? Sentía como la cabeza le estaba por explotar de tantas revelaciones juntas.
Mas dubitativo que nunca, Raz dijo:

- Entonces, ¿Ahora qué? ¿Qué hacemos? ¿Cómo manifestamos estas supuestas habilidades que tenemos? ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti y no es pura propaganda, como se dice en Yeris?

Galeran, Razvan y Katrielle

El cuestionamiento de Razvan era entendible, y Katrielle lo comprendía. Unirse a su causa significaba volverse un fugitivo, perder la vida que llevabas hasta el momento y, posiblemente, morir. Nada sería igual. Y eso era lo que había que lograr, que nada sea como antes.

— No mataría a un hombre por la espalda por pura propaganda. Puede que mi apellido tenga mala fama, pero que una loca haya llegado en el momento justo para salvarle la vida a un desconocido tiene que significar algo. Se que no tienen por que creer lo que digo, pero la elección recae sobre tus hombros. — Miró a su alrededor, observando lo que quedaba de la casa. Le sonrió, con algo de pena.— Aunque dudo que prefieras quedarte aquí. Ven conmigo, y juntos podremos descubrir lo que puedes hacer.

La pelirroja se acercó al cadáver del comandante y recuperó su flecha. La limpio sobre la ropa del soldado para luego guardarla en su carcajal. Cuando terminó, miró a Galeran.

— Miles de personas inocentes perdieron su vida cuando Yeris invadió Zophia. Hacer lo mismo nos convertiría en el mismo tipo de monstruo. Solo quiero recuperar nuestra libertad, que los magos ya no tengamos que vivir en las sombras. — A medida que hablaba, avanzaba hacia la entrada. El muchacho, por muy soldado de Yeris que fuera, tenía honor, y Katrielle lo había comprendido muy bien.— Si eres una persona de buen corazón, sabrás cual es el lado correcto. Ahora, si me disculpan, tengo un niño pelirrojo que encontrar.

Salió por la puerta, dispuesta a continuar su búsqueda. Debía encontrar a ese niño antes de que fuera demasiado tarde.

Al levantarme y ver que Katrielle se habia marchado, solte un leve suspiro de molestia. — Me invita a su casa y no se despide de mi, pero que modales lo de los Vawynn... — Comente un poco sarcástico, todavía con el pelo desenredado. Honre su comida de manera elegante, algo le podía decir y es que al parecer tiene una muy buena habilidad culinaria sin duda alguna. Al salir de la casa en busca de información, esta vez habia salido con una capucha que ocultaba de manera perfecta mi rostro; ahora si tenia que ser precavido con los guardias y demás asesinos que vendrán por mi cuello de parte de mis hermanos o quien sabe de quien mas.

Al salir y ver la conmoción con los soldados, sabia claramente que debía de estar sucediendo algo. Con mis dotes de sigilo y sin hacer mucho ruido seguí a las personas que estaban siendo perseguidos por guardias; ¿Acaso no somos entonces los únicos que estan siendo buscados? Con una discreción digna de un asesino profesional seguí a esos tres que lograron engañar a los imbéciles de los guardias, escuchando por fuera de la casa contra la pared. La voz de un niño y dos mujeres, ¿Eh? Cuando una de ellas empezo a hablar, colocaba mi atencion en sus palabras. Asi que una elfo, ¿Eh? Y no solo eso, parece ser que el chico es un mago segun sus palabras. El destino en verdad que puede ser curioso a veces, si Vawynn estaba buscando a sus magos, creo que los he encontrado de pura casualidad. La charla en verdad era interesante, parece ser que era consciente en parte de la verdadera historia de esta tierra y todo lo sucedido anteriormente. Al terminar de hablar la ultima de las mujeres, di un paso adelante abriendo la puerta en silencio, dando un par de aplausos. — Es en verdad regocijante saber que existe gente con ganas de luchar por la liberación; felicidades por huir de esos guardias, veo que tienen buenas aptitudes ustedes tres. — Y al decir eso, cerré la puerta. Me quede en la entrada, observando con la cabeza baja y uno de mis ojos a los demás gracias a la capucha, para que no me identificasen. — No se preocupen, no vengo a pelear ni mucho menos a hacerles daño. La historia de la señorita en verdad no es mentira, todo lo que has dicho es cierto. Incluso lo de los magos, no todos se han ido. De hecho, justo estábamos buscando al muchacho. ¿Eres un mago, no, niño? — Le dije, analizándolo de pies a cabeza. Hice una pequeña mueca de disgusto al pensar que iba a involucrar a un simple mocoso en todo lo que significaba luchar contra un Imperio, una revolucion, una guerra por la libertad. — Me desagrada saber que un niño tendrá que ser participe de todo lo que sucederá pronto, pero al fin y al cabo eres un mago. — Y luego de eso, mire a las mujeres. Me arrecoste en una de las paredes sin preocupación alguna de como reaccionen ante mi presencia y cruce mis brazos. — Y veo que ustedes quieren ayudar tambien, aunque una cosa, pequeña. Esto no es simplemente que vayan a liberar a Zophia como en un cuento de héroes se tratase. En el camino a la salvación habrá un poco de desesperación, dolor y incluso muerte. No se quienes sean ustedes para querer liberar a esta pobre nación dominada por monstruos tiranos, pero espero que sean conscientes de eso. — Dije levantando los hombros con indiferencia, ignorando el hecho de que no me habia presentado simplemente para ver sus reacciones, analizándolos uno por uno sin hostilidad ni malicia, solo probándolos.