En el ojo de la tormenta

Sonreí, mientras que liberaba a ambos de la prisión. Generé un destello que ocultó sus partes intimas hasta que unos calzoncillos blancos las taparon definitivamente. Me acerqué a el, ahora seria, molesta por el alboroto que habían generado.

- La gente como el no merece tu ira, Glover. Guárdala para el campo de batalla.

Oh oh.
Cuando senti, un fuego Igneo ya me habia atacado, y me dolio, pero fue mas doloroso el impacto que tuve contra la pared, senti que mi espalda me dolia demasiado, quizas me hizo quebrarme un par de huesos; nada que no pueda arreglar.
Se empezaron a escuchar crujidos venir de mi espalda, y cuando me levante, se podia observar como unas lineas que parecian venas se movian por la zona quemada, para luego, en unos segundos, la quemada desaparecer, y los crujidos tambien, me estire los brazos, movi las caderas un poco, y se escuchaban grandes crujidos, cuando mire al Druida, atacarlo me llevaria problemas con Mireia, y con el Elfo, no quiero eso aun, tendre que posponer esto para despues.

Ashtar fue el segundo en salir, no tenia ni un rastro de preocupacion, mas bien parecia que durmio perfectamente, como si no le hubiera preocupado nada.
--------
Que molestia, este tipo ya esta sentado alli, mejor pedire algo de comer, y me relajare en lo que los demas se levantaban, para cuando me dieran comida, corte la parte inferior de mi mascara, dando a mostrar mi boca, para asi comer tranquilamente, luego pegar esa parte no me seria un problema.

Había despertado temprano, el alba aún no hacía su magnífica aparición. Ambos, como de costumbre, habíamos dormido en una parte del establo que me había encargado de limpiar y aromatizar, para alejar el hedor del excremento de caballo. Comíamos un poco de pan élfico: un solo pedazo y saciaría el apetito de un hombre adulto sano. Al terminar, tomé un poco del chocolate caliente que Elrohir me ayudó a calentar. Una vez alimentados comenzamos a cepillar a nuestros caballos y dejarlos ir, pues eran tan fieles que dejarlos sueltos no sería problema. Antes de soltar sus riendas apoyé mi frente contra la parte superior de su hocico, pues Edil había bajado la cabeza.

- Ten cuidado, pequeño.

Ambos caballos partieron, y nos quedamos observándolos en las puertas del establo hasta perderlos de vista. Preocupada, a diferencia de Elrohir, que se sentía tranquilo, fuimos a la posada.

Ashtar desayunaba tranquilamente un vaso de leche, con huevos tocino y un poco de pan, suficiente para mantener las energias, me tome mi tiempo en degustar mi comida, una vez termine, puse tranquilamente mi plato en la mesa, enseñando que habia terminado y dando gracias por la comida al que la hizo, agarre el otro trozo de mi mascara, y con magia la repare, es magia basica, asi que no me costo nada.
Observe a los otros y al parecer, habian ya despertado Mireia y el Elfo, restando atencion a lo demas, como si esperara que dijeran algo.

- Solo venimos a avisar que iremos al templo. Que tengan buenos días.

Sin decir más, ambos salimos por la puerta de la posada. Hacía más frío de lo normal, comparado con los días regulares del país, sobre todo en esta zona, que al estar cercana a Gro-Igron no resultaba tan helada como lo era Brelio o Freylea. En mi interior aún pensaba en quien podía ser el tal Alarion que nos acompañaba, quien parecía conocerme desde hace mucho tiempo.

Suspire, y fui detras de ellos, de todos modos ver al Anciano no estaria nada mal, quizas pueda sacar algo de el, cuando ellos se iban a medio camino dije claramente:
-Alto ahi, voy con ustedes.
Mientras me unia a ellos sin cruzar palabras, no entiendo como Mireia no me puede reconocer, ella sabe muy bien como es mi energia, aunque aumente mucho en los años que nos vimos, ¿tanto sera que cambie? ella no olvida mucho que yo recuerde, ¿acaso habra olvidado? no lo creo, pocas son las posibilidades, lo dudo.

Boquiabierta observé la escena. Me sentí apenada por el Gran Maestre, era una pena que aquel hombre hubiese muerto. Dolida, tensé una flecha y disparé en dirección al cráneo del orco, mientras que Elrohir disparaba directo a la mano que portaba el hacha.

- Vas a pagar lo que haz hecho, por el honor de mi tierra. - Dije, justo antes de lanzar el proyectil.

El orco movió su cabeza de lado, salvandose de la flecha de Mireia por milimetros. La filosa punta le inflingió una leve cortadura en la mejilla. El proyectil lanzado por el elfo no tuvo la misma suerte, impactó directo en la muñeca derecha. Con una desagradable mueca de dolor, se quitó la  flecha y la arrojó al piso. Miró con indignación a los arqueros y les gritó a todo pulmon:

- ¿Qué vas a vengar si yo no fui quién hizo eso? Tontos norteños, siempre nos confunden con los sanguinarios palurdos de Gro-Igron.

- ¿Entonces, quién lo hizo? - Preguntó Glover, confiando en el orco.

- Perseguía a un sucio drukach por las calles y me llevo hasta aca. La abominación entró al templo y estalló, fue increible la cantidad de energía oscura que tenía almacenada esa maldita criatura.

Lo miré, algo avergonzada.

- Lo siento, yo... estaba fuera de mis cabales. Pensé que habías matado al Gran Maestre, lo siento mucho. ¿Puedo curarte?. Es lo menos que puedo hacer.

A diferencia de mi, Elrohir, que sonreía, no se mostraba arrepentido, más bien parecía estar a gusto al haber disparado una flecha al orco a pesar de ser inocente.

- Mi nombre es Mireia Nailet

- Supongo que yo soy el elfo. - Dijo Elrohir, sin mirarlo, concentrado en juguetear con ráfaga de viento que me despeinaban. - Parece que has tenido suerte, por que nos has encontrado.

Lo miré, curiosa, ¿Por qué un Gallywix nos ayudaría?.

-¿Un Gallywix ayudandonos? no pude evitar dar una gran risa, que hizo que me empezara a doler un poco el estomago, eso si era algo nuevo e innovador.
-Has encontrado a tu grupo, yo soy el Alarion, la pregunta es, ¿porque el te mando a ayudarnos? es algo raro, pero mientras mas ayuda mejor.
Dije, mientras empeze a caminar hacia el monton de llamas del inframundo hasta casi tocarlas, mientras recitaba un cantico.
-Aparece, Anciano.
Dije, cuando invoque el alma del Anciano, esperando que su alma aun rondara esta zona, y si no, de todos modos lo sacare del Inframundo, necesito saber que sucedio y quienes fueron, y a donde se fueron.

-No lo tomes a mal, no me rei en forma de burla.
Le dije al Orco de Arena, cuando observe al Espectro, me intereso la manera en la que el no nos ataco, solo lo observaba, y le dije:
-¿Necesariamente todas las Almas tienen que ser corrompidas? ese Arkay esta haciendo un trabajo terrible.
Mire al Espiritu, y le dije:
-Hmmm, veamos, no creo que tenga nada que preguntarte, mas que tu nombre, Espectro Corrupto; con eso estaria bien, y mandale saludos al Anciano.

-¿Y que si soy un hipocrita? no veo el problema.
Dije con un tono de burla, cuando mi voz cambio a algo mas serio, y le dije:
-Si Arkay esta encarcelado por culpa de un corruptor deja que te ayudemos, nosotros queremos evitar que los muertos gobiernen el mundo, y tu que Arkay pierda su titulo, tenemos objetivos casi comunes.

- Ustedes no pueden ayudarme a mí. No son utiles en mis actividades, estan atrapados en esas carceles de carne y hueso. Pero yo sí puedo ayudarlos con información, entre otras cosas. - Agarra una vieja armónica entre sus harapos y se lo entregá amablemente a la maga blanca - Cuando me necesiten en algo, toca la armónica y ahí aparece, Mireia. Te lo doy porque los Nailet nunca me han defraudado. En fin, me voy, no sin antes avisarle que dentro de unas pocas horas vendra una gran cuadrilla de jinetes trasgos a atacar la ciudad y entre las huestes esta el general que pueden interrogar, si no lo matan antes.

Después de esas palabras, el espectro se desvaneció delante del grupo. A la lejanía, Glover vió a un caballo purasangre desplazandose lentamente hasta la posición del elfo. En la parte trasera y en el lomo tenía heridas muy profundas, el animal con suerte se mantenía de pie de la inmensa perdida de sangre que sufrió. Mireia cerró las laceraciones con magia y el caballo se fue galopando, indicando la ubicación del agresor. Los cincos persiguieron como pudieron al purasangre. En pocos metros mas allá, se veía a una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] degustando la carne de un caballo blanco. Era Edil, la montura de Mireia.  

- N-no... Edil...

Elrohir se acercó a mi, por si perdía la compostura, cosa que no ocurrió. Por mis mejillas caían lágrimas, lágrimas de dolor y de tristeza. Miré a la bestia, con furia, mientras que me acercaba caminando. En mis manos aparecieron dos espadas cortas, de mango completamente blanco y hoja plateada y brillante.

- Te voy a desentrañar, maldito.

Mi mirada ya no era la misma, yo no era la misma. Comencé a correr, en dirección al animal, para luego saltar y atacar, con ambas espadas, a su brazo, o lo que fuera, derecho.